Por Mauricio Álvarez, geógrafo y ecologista, facilitador de Oilwatch Mesoamérica y docente en Kioscos Ambientales de la UCR.

La ‘pifia’ del Vicepresidente de la República, quien hace poco aseguró que la indemnización por una demanda de Industrias Infinito costaría al país $1700 millones, volverá a la mesa. Ahora que la empresa intentará demandar al país (y no al responsable político), el ex presidente Óscar Arias y  otros ex funcionarios tendrían que demostrar públicamente su inocencia en este caso de la entrega de permisos hoy declarados ilegales por un tribunal de la República.
Esta ‘pifia’ sin duda podría pasar a la historia como el mejor apoyo que el actual gobierno le hubiera podido dar a la minería en Crucitas, colaborando con la empresa minera para solucionar el conflicto mediante el miedo y el chantaje. Si se debió a la inexperiencia, el vicepresidente tendrá que sacudirse a quien lo embarcó dándole esa modesta suma.


Por las ramas. El actuar del gobierno ha sido errático en su apoyo a la minería a cielo abierto: primero vino el decreto de moratoria con portillos; cuando le pidieron una decisión política, dio un análisis del fallo de la Sala Cuarta. A partir de este fallo —favorable a la empresa—, no había forma de que el gobierno se pronunciara en contra de la minería. La Sala Cuarta le pasó la brasa al Ejecutivo, y éste se amparó en el argumento de que era un asunto que estaba juzgándose en el Tribunal Contencioso.

La estrategia del miedo fracasó y el Tribunal Contencioso no se dejó influenciar por la amenaza de una eventual demanda, fallando en contra de Industrias Infinito. Después de 17 años de proceso atropellado, en el camino se dejaron tantos cabos sueltos que era impensable que el fallo fuera diferente.

Lecciones. Si bien celebramos esta victoria para la lucha ecologista, la democracia seguirá enferma hasta que no se lleve a juicio a los políticos responsables de impulsar, por medio del miedo, proyectos que afectan al país. Poco habremos ganado como sociedad si actos irresponsables y perjudiciales (Crucitas, la carretera a Caldera, y tantos otros) quedan en la impunidad, pues los políticos seguirán actuando igual.

 

La defensa del ambiente es colectiva y no del ecologismo. La amplia participación de distintos sectores a lo largo de este proceso validó nuevas formas de abordar la defensa ambiental: las universidades públicas generaron pensamiento y acción sobre el tema, participaron muchos artistas comprometidos, hubo sectores políticos, estudiantes, colegiales, comunidades e individuos que dieron la pelea siempre.

Semillas de vida. Una de las primeras imágenes que se me vino a la mente después del fallo fue la de una reunión en la cual habitantes de la Zona Norte nos contaron  el problema de la minería en Crucitas, hace  15 años por lo menos. En ese momento veníamos  finalizando de una exitosa campaña que la Asociacion Ecologista Costarricense (AECO) a favor del Golfo Dulce y en contra de las pretensiones de industrialización del sitio por Stone Forestal. En esa ocasión se decidió acompañar esta lucha y efectivamente en mayor o menos medida empujamos la careta. No lo pudieron hacer Óscar Fallas, Jaime Bustamante y María del Mar Cordero, dirigentes de AECO, quienes el 7 de diciembre de 1994 murieron en un incendio cuyas causas no fueron esclarecidas satisfactoriamente por la investigación oficial; David Maradiaga murió meses después tras una misteriosa desaparición de tres semanas. A estas muertes se suma, por causas naturales, doña Balbina, luchadora de Coopevega que fue un ejemplo para nosotros. Hoy, el Frente Norte de Oposición a la Minería lleva su nombre.

Sin duda  el espíritu, la fuerza, y el legado de estos compañeros y compañeras fue un motor que nos ayudó a ser hoy un país libre de minería. Un sentido homenaje a los que con vida abonan la vida.

La vida jala vida. A pesar de la muerte y la impunidad, la mayor lección que podemos sacar de esta lucha es que la vida es más fuerte y prevalecerá. El futuro no es una esperanza, es luchar en el presente por un mundo socialmente justo y ambientalmente sano.

Por mi parte, dedico mis modestos aportes en estos años, casi la mitad de mi vida, a mis motores: mi hija Maya y mi compañera Javiera. También a los estudiantes que pasaron por Kioscos Ambientales en este año y medio. Espero que puedan apreciar las lecciones que da la vida fuera de la Universidad; ser su profesor sólo me puede llenar de orgullo.

También a la gente de Crucitas: don Felipe y su familia, don Alfredo y don Danilo deben ser los que mejor el mundo durmieron la noche del histórico fallo. A otras comunidades, como Miramar de Puntarenas, que siguen sufriendo las consecuencias de la minería de oro a cielo abierto, y a las cientos de comunidades en el mundo que luchan; hoy tienen un argumento y ejemplo de que… sí se puede. De que somos parte de la naturaleza y ella guía nuestras luchas y sueños que por un día se han cumplido.

Queda el gran reto de comprometerse a llevar alternativas a Cutris, en donde sin duda por más leyes, decretos y fallos en torno al oro, las verdaderas minas son su biodiversidad, su agua y su gente.

Prosokioc