Escrito por Vinicio Chacón semanario.ucr.ac.cr


Mientras en el ámbito internacional se dan pasos inequívocos para eliminar totalmente el uso del insecticida endosulfán, en Costa Rica se mantiene su uso principalmente en cultivos de café y hortalizas.

Se trata de una sustancia tóxica cuya exposición afecta fuertemente el sistema nervioso central y causa efectos neurotóxicos, ha sido relacionada con desórdenes físicos al nacer, retardo mental y muertes en trabajadores agrícolas en comunidades en países de desarrollo en África, Asia y América Latina, según información de organizaciones como la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas de América Latina (RAP-AL).

Fernando Ramírez, ingeniero agrónomo e investigador del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IREP) de la Universidad Nacional (UNA), llamó la atención al hecho de que este insecticida está incluido en los principales convenios internacionales de prohibición, como el Convenio de Estocolmo sobre los Contaminates Orgánicos Persistentes -en cuyo anexo de sustancias prohibidas figura desde agosto.


El especialista lamentó que la autoridades del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) no den pasos claros en ese sentido. “No podemos ir en contra de 83 países que ya lo han prohibido y de otros 180 que estuvieron de acuerdo en agregarlo a esa lista”, apuntó.

Citó de ejemplo el caso de Chile, donde recién el pasado 4 de enero este veneno fue prohibido.

Sobre este tema UNIVERSIDAD buscó la opinión de Magda González, directora del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), entidad que pertenece al MAG. Sin embargo desde el despacho de la funcionaria se informó que se contará con respuestas a las inquietudes de este medio la próxima semana.

De acuerdo con la información disponible en el sitio web del SFE, el endosulfán es un insecticida cuyo uso es totalmente prohibido en Costa Rica para la producción de arroz desde octubre del 2008, mientras que en otros cultivos se permite su aplicación en concentraciones menores al 35%.

Según datos que compartió Ramírez, las importaciones de este insecticida pasaron de 92,3 toneladas métricas de ingrediente activo en el 2006, a 42,6 al año siguiente. En el 2008 se dio un aumento a 50,3 toneladas, mientras que en el 2009 se vio un dramático descenso hasta 16,3 tomeladas. Pero, para el 2010 se disparó a 47,5 toneladas.

Entre las empresas fabricantes figuran la empresa holandesa Aako, la alemana Bayer Crop Science, la estadounidense Drexel, o la china Jiangsu Xuzhou Shengnong Chemicals Co.

HASTA LA LECHE MATERNA

Según explicó el especialista de la UNA, el endosulfán es uno de los últimos plaguicidas “organoclorados” que aún se utilizan, pues la mayoría fueron prohibidos en el mundo en los años 80 y 90 por su alta toxicidad, persistencia en el medio y capacidad de traslado a largas distancias por las corrientes de viento y demás.

Ramírez detalló que estos “organoclorados” deben ese nombre a que en sus moléculas se encuentran muchos átomos de cloro, por eso son muy persistentes en el ambiente.

Se trata de la misma familia que el DDT -insecticida célebre por sus daños al sistema nervioso humano-; son productos muy buscados precisamente por esa característica de mantenerse en el ambiente y que además tienen la propiedad de que se acumulan en la grasa animal.

El especialista informó que en Costa Rica es utilizado por algunos productores de piña, pero que su aplicación en ese sector particular no es generalizada. Actualmente se utiliza en hortalizas y café principalmente.

“En Costa Rica se han dado varios casos de intoxicación, así como eventos de contaminación de agua  y ciertos productos”, indicó.

Ramírez recordó el caso de una exportación de melón a Europa, hace alrededor de seis años, cuando se detectaron residuos de endosulfán y se detuvo la compra, con una pérdida de millones de dólares para el productor.

Según la información contenida en el informe “El endosulfán y sus alternativas en América Latina 2” -editado en el 2009 por varias entidades internacionales y en el que participó Ramírez- el uso este producto en Costa Rica está autorizado en 39 cultivos, como avena, chile, cebolla, espinaca, lechuga, repollo, maíz, frijol, aguacate, uva, manzana, melocotón, papa o piña.

A pesar de que la aplicación aérea no se permite desde hace una década, “observaciones en el campo hechas en el año 2008 comprobaron que se seguía aplicando en vuelos de avioneta”, apunta ese reporte.

También es preocupante que, a pesar de que desde el 2008 se prohibió su aplicación en cultivos de arroz, ese documento apunta que “se comprobó que se utilizó en la primera cosecha del año 2009”.

Según datos de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes Orgánicos Peristentes (IPEN, por sus siglas en inglés), se ha hallado endosulfán en muestras de leche materna en sitios tan disímiles como Egipto, Madagascar, España o El Salvador, así como en muestras de sangre de cordón umbilical en Finlandia, Dinamarca o Japón.

Esa información destaca que un estudio encontró este insecticida en la leche materna y placenta de todas las muestras tomadas en Dinamarca y Finlandia, países que nunca registraron un alto uso del endosulfán.

Indica que el envenenamiento agudo puede producir convulsiones, “perjuicios siquiátricos”, epilepsia o problemas de memoria, incluso la muerte. Por otro lado, a largo plazo está relacionado con desórdenes neurológicos, defectos congénitos, anormalidades genéticas, retardo mental y dificultades de aprendizaje.

PROHIBICIONES

Además de figurar ya en la lista negra del Convenio de Estocolmo que mencionó Ramírez, desde junio del año pasado este producto fue incluido en la lista del denominado Anexo III del “Convenio de Rotterdam sobre el Procedimiento de Consentimiento Fundamentado Previo Aplicable a Ciertos Plaguicidas y Productos Químicos Peligrosos Objeto de Comercio Internacional”.  Ese Convenio entró en vigor en el 2004 y Costa Rica lo ratificó en agosto del 2009.

El mencionado Anexo III es un índice de plaguicidas que han sido prohibidos o severamente restringidos por razones sanitarias o ambientales, por dos o más de los países firmantes.

De acuerdo con esa misma fuente, la Unión Europea prohibió la concesión o renovación de las autorizaciones para productos que tengan este componente desde diciembre del 2005, con algunas prórrogas en casos particulares que expiraron en el 2007.

Los estudios que llevaron a tomar esa decisión apuntaron riesgos a la salud ocupacional de los trabajadores en cultivos como el tomate, incluso si se utiliza el equipo de protección personal estándar.

El especialista Ramírez llamó la atención de casos como el de Colombia, país de importante producción de café que lo prohibió hace una década.

Sentenció que “interesa que el endosulfán se prohíba; las regulaciones actuales no son suficientes pues es un producto muy persistente que se puede mantener varios años en el ambiente”.


El drama del endosulfán

El pasado 11 de enero el diario británico The Guardian publicó un reportaje sobre la situación que viven personas de comunidades en el estado indú de Kebala, quienes se vieron expuestas al endosulfán durante las décadas de los años 80 y 90.

Se trató de 60 comunidades situadas alrededor de las plantaciones donde hacia finales de los años 80 los médicos empezaron a reportar la incidencia de una variedad de problemas de salud sobre todo en la población infantil.

Según esa información, estudios posteriores -que en su momento fueron cuestionados por la industria productora del insecticida-, relacionaron al endosulfán con daños al sistema nervioso central,  así como cambios hormonales tanto en madres como bebés.

Al comparar las poblaciones afectadas con otras que no se habían visto expuestas, encontraron en las primeras niveles mucho mayores de incidencia de problemas cutáneos, epilepsia y parálisis cerebral.

Un médico citado en el reportaje indicó que alrededor de 6.000 personas se vieron afectadas y la situación se agrava, pues se trata de una región empobrecida donde en muchos casos las condiciones citadas significan una gran presión sobre las familias.

 

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