Fuente Daniela Araya en crhoy.com

Aunque la exportación de energía sea calificada como una “conveniencia nacional” por Teófilo de la Torre, Presidente Ejecutivo del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), diversas entidades han denunciado que los intereses de generar energía para vender a terceros países es un tema polémico, pues se hará a costa de nuestros recursos naturales para beneficio de unos pocos.

Los mayores compradores serían nuestros vecinos centroamericanos, quienes subsisten mayoritariamente de electricidad producida a base de combustibles fósiles, lo que convierte a nuestra hidroelectricidad en una oferta más barata y tentadora.

EL DILEMA DE EXPORTAR

Para De la Torre, la preocupación ambientalista es infundada, pues las exportaciones serán de los sobrantes de plantas que ya están instaladas en el territorio nacional, cuyo excedente sería el que se comercialice. El jerarca enfatizó que no se crearían nuevas plantas para la exportación.

Sobre esto, el ingeniero y representante del Sindicato SIICE, Carlos Solano añadió:

Sobre la inversión privada recae una controversia relacionada con la exportación que consiste en si el negocio está enfocado en la exportación como fin, debido a que la creación de nuevas plantas hidroeléctricas sin embalse, también llamadas a filo de agua, no vienen a solucionar el problema energético nacional. Por el contrario, representan energía que debe ser comprada por el ICE pero que no aporta megas al sistema en los momentos de necesidad.

Es decir que en los momentos en que estas plantas generan, el ICE también estaría botando agua pues tienen el pico de producción en el mismo momento. ¿Para qué es entonces esta energía?

Eric Rojas, Gerente de CONELÉCTRICAS, manifestó que ellos están de acuerdo con la exportación siempre y cuando le sobre energía al país. Rojas hace hincapié en que la pregunta clave es ¿quién va a realizar esa exportación? De acuerdo con él, la intención inicial era que los generadores privados pudieran hacer contratos bilaterales con empresas fuera del país.

“Eso es riesgoso porque si el país después ocupa esa energía es difícil devolverla o cuando estás vendiendo energía barata de recursos naturales del país a países vecinos donde están generando a un precio mucho mayor, por supuesto que para ellos es un negocio. Esa fue la lucha que se dio cuando se pretendía que el ICE no fuera el agente único del mercado”, mencionó Rojas.

Rojas agrega que es provechoso que la energía del país se coloque en el extranjero cuando se está botando agua, sin embargo, esto debe hacerse en beneficio del país y no de unos pocos. Las ganancias, por ejemplo, podrían distribuirse para dar mantenimiento a la red nacional de electrificación, según propone un proyecto de ley de las Cooperativas. Actualmente estos quedan en manos del ICE.

Para Mauricio Álvarez, geógrafo y conocedor de la materia, requerimos una discusión país al respecto, pues aunque Costa Rica tenga una alta tasa de electrificación existen comunidades que aún carecen de acceso a este servicio básico, como quedó en evidencia con la construcción de la trocha fronteriza.

“Todavía no se ha dado una discusión integral en el tema de la explotación a la luz de las otras necesidades de las cuencas hidrográficas, donde se pueden ver cuáles son los usos actuales y cómo se va a resolver en el tema el futuro del agua, porque el agua es un bien escaso y finito, no se puede planificar sin tener en cuenta qué va a pasar en el futuro teniendo en cuenta los escenarios del cambio climático”, añadió Álvarez.

Su preocupación es porque ya es evidente una competencia de generadores en ciertas zonas del país por la posesión de las cuencas, que en algunos casos son utilizadas por comunidades aledañas para temas de agricultura, ganadería y consumo local.

Para De la Torre, el dilema de la exportación debe extrapolarse fuera de las hidroeléctricas. A su criterio “si el país solo hace plantas a filo de agua está haciendo mal la tarea”, por lo que la mezcla perfecta es una combinación de energías.

No obstante, el potencial de exportación de los otros tipos de energías no es todavía tan sostenible como la energía hidroeléctrica y las reglas del juego podrían cambiar súbitamente, dependiendo de las decisiones que se tomen en el seno legislativo.

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