Por Camila Salazar M estudiante de del TCU de Kioscos Ambientales. En la comunidad de Caña Blancal en Palmar Norte de Puntarenas, una familia le está cortando el agua de forma antojadiza a las otras 40 que habitan en esta localidad.

Los hombres, de apellido Morales y Maroto, alegan que el recurso hídrico, al estar en su propiedad les pertenece y pueden hacer con éste lo que deseen.

 

No obstante, los hechos indican lo contrario.  Hace aproximadamente 30 años un comité local se encargó de impulsar la construcción de un acueducto para obtener agua que abasteciera a los lugareños.  Por las condiciones del terreno la naciente apropiada para desarrollar el proyecto se encontraba en una finca propiedad de Rita Mora.

 

“Doña Rita nos dijo que ella aceptaba el convenio siempre y cuando se le diera agua a las tres casas de la finca y otorgó al comité un documento firmado en el cual accedía a la construcción del acueducto en su propiedad”, explica Aurora Emelina Mora, habitante de Caña Blancal y antiguo miembro del comité.

El AyA regaló la cañería y la comunidad se puso a trabajar inmediatamente hasta que la Asada de Caña Blancal quedó constituida.  “Toda la comunidad ayudó en la construcción del acueducto, cada uno puso su granito de arena” agrega Emelina.

No obstante el calor de la zona y el tiempo parecen haber borrado estos acuerdos escritos en papel.  Según explica Marco Gómez, representante desde hace diez años de la Asociación de Acueductos de Caña Blancal, la nueva generación de esta familia se está adjudicando el derecho sobre el agua.

Dichas familias se negaron a pagar un tributo sobre el agua que les debía cobrar Gómez para modernizar el acueducto, como parte de un nuevo proyecto de la Asociación, lo cual fue el detonante del conflicto hace tres años.

“Después de que su abuela murió, empezaron a decir que el agua la habían construido ellos, que les pertenecía y hacían con ella lo que quisieran”, menciona Gómez.

Agresiones.  Como parte de la lucha, Marco Gómez interpuso un recurso de amparo, ya se le estaba impidiendo a la Asada ingresar a limpiar el tanque de captación del agua, lo cual representaba un riesgo para la salud de la comunidad.

Ha tenido que aguantar garrotazos y hasta que le echaran gasolina en la cara por tratar de ingresar a la propiedad.

Por suerte, hace unos meses, el Ministerio de Salud otorgó la orden para que pudieran entrar a limpiar.  No obstante los cortes en el agua no acaban, “a veces cortan el agua a las diez de la mañana y hasta en la noche la tiran” cuenta Gómez.

“A esa gente no le importa la salud humana de las demás personas.  Nosotros pensamos que el fiscal tiene que dar alguna solución, pero no ha pasado nada”, agrega.

La comunidad se encuentra con las manos atadas.  Sin apoyo del AyA  y en espera de resolución de las autoridades, los habitantes de Caña Blanc.al siguen esperando a que la suerte les repare el agua de cada día.

 

Prosokioc