El sol no fue suficiente para iluminar la alegría de 35 mujeres bribris y cabecar que se encontraron el 26 y 27 de mayo en Yorkin, Talamanca. La naturaleza, la tierra, lo vivo no se pueden separar de las relaciones y formas de verse como mujeres indígenas, de sus luchas y de las situaciones que las afectan, en sus diversidades de clanes, edades y organizaciones a las que pertenecen.

 

El encuentro fue organizado por el Centro de Investigación  en  Estudios de la Mujer (CIEM) y el Programa Kioscos Socioambientales, en las instalaciones de la Asociación de Turismo Rural Comunitario Stibrawpa. Participaron compañeras de organizaciones como Iriria Alalkopa Ù, Asociación Comunitaria de Ecoturismo y Agricultura Orgánica de Shuab, Talamanca por la Vida y por la Tierra, la Asociación Stibrawpa y Acomuita, entre otras.

 

El fin de semana se propuso como un espacio para que las mujeres expresaran sus palabras, sus propias reflexiones y análisis colectivo de sus vivencias como mujeres dentro del territorio indígena. “La biblia dice que somos pecadoras, pero nuestra cultura indígena dice que somos creadoras de vida: la tierra se creó por una mujer, el mar se creó por una mujer, el cacao se creó por una mujer” expresaron  las mujeres acerca de su lugar en la tradición y la cultura bribri y cabecar.

Para complementar las reflexiones se presentaron memorias de mujeres indígenas que han luchado por la tierra y la defensa de sus pueblos, como Adela Pita en Costa Rica, Silvia Carrera en Panamá y Domitila Chungara en Bolivia, espacio que permitió compartir e intercambiar experiencias de lucha y resistencia de las mujeres participantes, no sólo sus  luchas por la defensa de sus territorios indígenas (contra minería, hidroeléctricas, monocultivos, bioprospección), sino también sus historias cotidianas como mujeres luchadoras,  que constantemente son invisibilizadas.

Junto a las experiencias acumuladas y saberes diversos de las compañeras se compartieron productos audiovisuales elaborados por ellas mismas en otros talleres del CIEM, donde cuentan sus percepciones como mujeres bribris y las situaciones que las afectan. Elementos que generaron una discusión sobre cómo se han instaurado prácticas machistas a lo largo de la historia,  que no eran propias de la cultura bribri; en la que señalaron tres momentos: uno antes de la invasión española, (a pesar de no tener certeza de cómo fueron las relaciones entre hombres y mujeres) caracterizado por vivencias de compañerismo entre hombres y mujeres basado en el respeto hacia lo sagrado de lo femenino; una segunda, que fue la generación de sus abuelas donde prevalecieron prácticas machistas y vivencias muy violentas; y un tercer momento donde todavía se vive el machismo pero en el que tienen oportunidad de hablar del tema, encontrarse y la posibilidad de acceder a ciertos recursos (limitados) para defenderse.

Luego de una lluvia torrecialmente acogedora, las anfitrionas de la asociación Stibrawpa organizaron una fiesta tradicional para la noche del sábado compartiendo con sus compañeras indígenas la reivindicación de su cultura. “Cuando bailamos y nos reíamos recordamos la alegría que podemos vivir y eso nos da esperanza a seguir luchando” comentaron las mujeres al reflexionar de cómo la risa las une sin importar el idioma que hablen.

Estas esperanzas aportaron al árbol del Buen Vivir las historias de lucha de las mujeres: mujeres raíces como sus abuelas, tías, primas, amigas y hermanas, así como mujeres troncos y mujeres semilla simbolizaron los aprendizajes que estas mujeres han vivenciado y que encuentran al escribir esos nombres en él, otra posibilidad de vivir bien defendiendo la tierra, el idioma y la cultura.

El encuentro culminó con la siembra de semillas de maíz originario, donde cada grano simbolizó las cosechas que cada una intenciona y realiza para sus comunidades. Sembraron por sus hijos e hijas, por su familia, su clan, su gente y su territorio; sembraron para seguir cosechando los frutos de sus luchas y de sus resistencias.

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